LA REIVINDICACIÓN DEL ROSADO

 

"....Una mente cubierta por un cuerpo sobre el cual ha perdido el poder de hacerse obedecer...".

M. Noirtier de Villefort, el personaje de A. Dumas en "El conde de Montecristo"

"Creer en la rehabilitación es creer en la humanidad".

Howard A. Rusk

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Diario de María Loreto

Autobiografía.

Mi nombre es María Loreto Salgado Alfaro.

Tengo 32 años, vivo con mis padres y mi hermana melliza.

Nací el 20 de Enero, de 1981. Fui prematura de seis meses, junto con mi hermana melliza. Quedé ciega a causa de una mala administración de oxígeno, por el tiempo que estuvimos en incuvadora. Las dos estuvimos en incuvadora, pero yo estuve más tiempo, porque era más inmadura para respirar, pues hacía muchos paros respiratorios. Quedé ciega a las pocas horas después de nacer. Mi diagnóstico se conoce como “FIBROPLACIA, RETROLENTAL”, que consiste en una masa fibrosa, en el cristalino del ojo, y que es la que impide ver. 

 

Cuando tenía 1 año de edad, mis papás nos integraron al jardín infantil La Luciérnaga, donde las tías que trabajaban, quisieron hacer un experimento integrador; es decir, integrar a los niños ciegos, con los niños videntes y con los que tenían otros tipos de discapacidades. Me eduqué en dicho jardín, hasta los 6 años. A los 7 me integré a la escuela hogar de ciegos Santa Lucía, que estaba uvicado en Gran Avenida, Santiago. Allí estudié desde los 7 hasta los 10 años. Ahí fue donde aprendí el sistema Braille y un poco del manejo del bastón y la orientación y movilidad. Mis padres y hermanos, siempre estuvieron pendiente de mí y de mi educación. A los 11 años, me integré a colegio común y corriente, por primera vez, donde fui motivo de curiosidad y de desafío, tanto para mis compañeras, como para mis profesores; así como también fui objeto de burla y discriminación.

El colegio donde estudiaba en ese entonces, se llamaba Paulina Bon Mallincrodt. Ahí cursé parte de mi enseñanza básica. Cursé V y VI básico. Después, mis papás decidieron cambiarse de región, por razones de fuerza mayor y poco manejables.

El 26 de Diciembre de 1993 nos trasladamos a Valparaíso, pero mis tres hermanos mayores, se quedaron en Santiago. Cuando nos transferimos de región, mis papás nos buscaron un colegio, para terminar nuestros estudios. Fue en el colegio María Auxiliadora, de Valparaíso, donde nos integramos mi hermana y yo, pero en cursos diferentes, ya que yo me atracé un año, debido a que las tías del jardín donde estudiábamos, decidieron separarnos, porque notaban que yo era muy dependiente de mi hermana Verónica.

 

Fue en dicho colegio, donde las dos terminamos nuestra enseñanza básica y media. El año 1997 recuerdo haber caído en un estado depresivo bastante fuerte, pero moderado, a causa de la dificultad que enfrentaba a diario en mis estudios, y del esfuerzo mayor que tenía que hacer, en comparación con mis compañeras. También me sentía muy sola en lo afectivo. Muchas veces, sentía que mis compañeras estaban conmigo por obligación, pero no porque tuvieran alguna cercanía hacia mí, por mi persona. De hecho, en ese colegio, también fui objeto de burla y discriminación por alguna de mis compañeras.

Recuerdo que cuando estaba cursando IV MEDIO, mis compañeras de curso y mi profesora jefe de ese entonces, fueron a un retiro espiritual, como era tradición todos los años. Yo no quise ir, porque era una forma de revelarme frente a lo ya mencionado anteriormente. Cuando mis compañeras volvieron de dicho retiro, noté un cambio muy grande en ellas hacia mí; cosa que me sorprendió mucho, pues era algo que noesperaba. Pero al parecer, ese retiro les hizo muy bien y según lo que supe por ahí, se invirtió una cantidad de tiempo para hablar de mí, aprovechando que yo no estaba presente. Y al parecer, eso fue valioso, porque me empezaron a valorar un poco más como persona, y por ende, a tratarme como tal.

 

Después de haber terminado mi enseñanza media, mi familia y yo nos empezamos a mover, para realizar los trámites pertinentes, para ingresar a la universidad y estudiar una carrera universitaria, como cualquier otro estudiante, que quiere estudiar una carrera y obtener una profesión y desarrollarse como persona. Siempre supe que la ceguera no tenía por qué ser un impedimento para estudiar y trabajar, aunque al comienzo cueste un poco.  Siempre tuve muy claro, que me fascinaban los idiomas; sobre todo el inglés, no sólo por el hecho de escuchar música Anglo, sino también por el hecho de conocer la estructura gramatical de una lengua extranjera, el orden de las palabras y el vocabulario, entre otras cosas, comparándolo con nuestra lengua materna. Nunca pude entender, por qué muchas veces me decían que el inglés era muy visual

 

Muchas veces fui prejuzgada y cuestionada, por personas e instituciones, que así como me apoyaban, también dudaban de la carrera propiamente tal, de mí, de mi persona, de mis capacidades intelectuales y conocimientos, entre otras cosas. Al menos así lo sentí en ese momento, y así lo he sentido muchas veces; incluso, hasta ahora, que ya soy una profesional y una mujer hecha y derecha, que merece ser tratada con respeto, como cualquier otro ser humano.

En el momento de realizar los trámites para ingresar a la universidad, no hubo mayores dificultades, pese a lo engorroso que esto era; vale decir, la parte administrativa, como la parte financiera. Los problemas comenzaron, cuando ya estaba dentro de la universidad; la que ahora se conoce como la Pontificie Universidad Católica de Valparaíso.

Ese año, también caí en una depresión terrible, al punto de querer hacer algo contra mi vida, para terminar con esta pesadilla académica, que se sumaba con otros problemas que ocurrían en mi hogar, en relación con mis papás y su ruptura matrimonial. .

Ese año, tuve problemas con los profesores de inglés de dicha universidad, que no estaban preparados para trabajar con alumnos ciegos o con otras discapacidades. No estaban preparados, pero tampoco querían estarlo. Muchas veces fui víctima de humillación por parte de una de las profesoras de inglés de esa época. Muchas veces, una de ellas me decía que yo no debería estar en esta carrera, que yo me había equivocado y que talvez debería buscar otra cosa.

 Yo sabía que quería inglés. En ese tiempo, estaba estudiando traducción inglés español, pero tuve muchas dificultades. Así que decidí botar la asignatura de inglés y concentrarme en un ramo que se llamaba Lengua Materna. Me propuse a aprobar dicha asignatura, para después realizar los trámites, para cambiarme a pedagogía en inglés, pensando en el campo laboral que después podría tener, talvez, enseñándole inglés a mis pares. Al menos, para empezar. Todo ello, implicó pensarlo mucho, conversarlo con mis padres y algunos de mis hermanos, con el jefe de dosencia de dicha universidad, con una tutora que tuve en ese momento, que trató de hacer lo que pudo por ayudarme, pero no fue suficiente, porque ella era de la misma universidad y era profesora de inglés también. En fin: todo ello, implicó pensarlo mucho, tanto con mi familia, como con gente externa, y que tenía que ver conmigo y mi crecimiento académico.

Finalmente, me cambié a pedagogía. El primer año, fue bastante bueno. Sentí que los profesores estaban dispuestos a ayudarme. Talvez no porque naciera realmente de ellos, sino porque tuvieron miedo, después de que en la misma universidad decidieran echar a una de sus colegas, por mal trato sicológico, la que justo ese año, fue conmigo dicho mal trato. Era una de las profesoras de inglés que todos los años tenía problemas con alumnos, por mal trato sicológico, y que ya le habían hecho más de un sumario y muchas veces habían intentado expulsarla. Pero por razones poco entendibles y poco manejables, las autoridades de dicha universidad, no lo lograban. Pero justo ese año que yo ingresé, les resultó. Probablemente, me hayan usado de instrumento, para lograrlo.

 El asunto, es que al año siguiente, me fue bien. No tuve mayores problemas y aprobé todas las asignaturas. Pero al año sub siguiente, éstos comenzaron nuevamente, cuando comencé mi segundo año de carrera. Fue algo muy parecido a lo vivido anteriormente, pero un poquito más suave; pero no por eso, menos importante. Por el contrario, aquella situación pesaba igual que la anterior. Fue ahí, donde yo tuve en mente la idea de terminar mi carrera universitaria, en la Universidad de Playa Ancha, pensando en que ésta era mucho más abierta a la diversidad en general, pese a no tener los recursos necesarios para facilitarle los estudios a los alumnos que presenten algún tipo de discapacidad. El año 2003 decidí congelar y realizar todos los trámites, gestiones y averiguaciones, para transferirme de universidad.

Ese año, también caí en una depresión terrible, y fue en ese mismo año, cuando me eché a casi toda mi familia encima. Talvez mi hermana Verónica no decía nada en mi contra; pero todos los demás, sí. Incluso, hasta dudaron de mis capacidades intelectuales, conocimientos y aptitudes para los idiomas y el estudio en general. En ese momento, todo era una constante amenaza, donde nada era favorable. Todo era sólo tensiones e incomodidades no buscadas, como las que me ha tocado vivir en este último tiempo, pero en otro ámbito. Todo era poco saludable y con una pésima calidad de vida. Lo único que quería era desaparecer o morir, para acavar de una vez por todas con esta vida, sin vida.

 

Después de tanta tensión e incomodidad, finalmente, mi familia y todos los que me conocían y me rodeaban en ese entonces, empezaron a apoyarme, en la decisión de cambiarme a la universidad de Playa Ancha, cuando supieron sobre el trato que tenían conmigo la mayoría de los profesores de inglés de dicha universidad, cuando comencé a asistir como oyente, en algunas asignaturas, junto con realizar las gestiones, averiguaciones y trámites, para que este resultara.

Finalmente, el año 2004 me integré como alumna de la Upla, donde terminé mi carrera de Pedagogía en Inglés; y en estos momentos ya estoy egresada y titulada de Profesora de Inglés y Licenciada en educación. Y en estos momentos me encuentro abriéndome camino, para la inserción laboral, empezando de menos a más, hasta que salga algo más estable.

Por ahora, me siento satisfecha y contenta, con lo que he logrado hasta ahora, pese a las dificultades que he tenido que afrontar, en todo orden de cosas, y que seguramente, seguirán estando presentes, hasta el último día de mi vida. En lo personal, familiar y social, también he tenido que enfrentar ciertas dificultades extremas; como por ejemplo, cuando mis papás empezaron a tener problemas en su matrimonio, y a mi hermana y a mí, nos tocó escuchar cosas que no queríamos. El otro golpe duro, fue cuando mi hermana decidió quitarse la vida, de una forma tan violenta, donde gracias a Dios, no lo logró, porque justo estaba mi hermano, que la rescató, para que no lo hiciera.

Lo otro que me ha tenido un tanto deprimida, pero tratando de salir adelante, ha sido el quiebre amoroso que tuve con mi pololo, hace poco tiempo. Si bien, hace varios meses, ya, que la cosa andaba mal, pero hace un mes, que terminamos. Si bien, yo no he tenido muchas experiencias amorosas, en mi vida, pero de lo poco que he vivido, me ha servido para aprender más y fortalecerme de alguna manera, y para tener cuidado en el momento de enganchar con alguien; pensando primero en mi persona, queriéndome yo primero, para luego quierer a otros. Si él valía mucho para mí, está bien; pero yo también valgo, y merezco respeto.

 

 

 

 

 

 


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