“Uno no sabe nunca la fuerza que tiene hasta que la vida le obliga a utilizarla”


Marta Rivera de la Cruz, escritora
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Crónica

Relato de Valentina Raposo


     Ayer al fin he conseguido mirar por youtube el documental “Chile, las imágenes prohibidas”, que recoge las imágenes periodísticas censuradas en la época de dictadura Chilena . Me he mirado los tres capítulos seguidos intentando cuadrar recuerdos e imágenes. Algunos se cargan de significado, me entero de cosas que no sabía, algunas llenas de esperanza. El Chile que viví es de seda en relación al  que vivieron otros, no en  vano mi primo Martín nos llamaba con cariño: Las burguesitas. Mi casa era de una familia de clase media. Jugábamos en la calle entre perros callejeros  con una sola bicicleta  de paseo que era de mis primas las mellisas, y que compartían entre no se cuantos niños. Teníamos estufa, nana de toda la vida, ropa limpia, y nunca pasamos hambre.

Cuatro años

     Primerísimo recuerdo. Delantal a cuadritos, escuela experimental de niñas,  Alameda  esquina calle España. La tía se llama Milán. Me acuerdo por la canción. Se va la colita se va la manzana, adiós tía Milán será hasta mañana. Mi madre me coge   de los hombros, me dice con mirada fija y con una seriedad que me quema, si te preguntan por Pinochet, tu no sabes nada, ¿entiendes?, nada. Su nombre se grava como terror.

Seis, Ocho años

     Conversaciones a la hora de once, marraquetas tostadas con palta, te y leche caliente. Mientras los niños jugamos y escuchamos frases sueltas ...habían cuerpos y los zapatos en el mapocho, yo lo he ido a ver para poder dar testimonio dice mi madre, a la señora embarazada la sacaron a patadas, una vecina la denunció... Es todo como un cuento de terror,  peor que la Danza de los Vampiros, que me daba tanto miedo, más real.

     En patio los niños espiando. Hemos escuchado lo que pasa. Ellas están encerradas en la habitación. Mi mamá está con Anita Cea. Hay  más gente, no me acuerdo.  Dicen que Anita Cea puede sentir a la gente cuando toca  sus cosas. Es un don que tiene de niña, el de VER. Sus padres la castigaban cuando lo usaba, porque podía por ejemplo, predecir cuando iba a sonar el teléfono. Entonces sus padres la castigaban y por eso no siguió desarrollando su don. Dicen que Anita Cea puede sentir  a los DESAPARECIDOS tocando algo algún objeto  y a veces sufre un montón. Si no ve nada, si lo ve todo oscuro, es muy malo porque eso quiere decir que ya no está.

     Pánico de la abuela, mis hermanas escuchando el radiocaset al lado de la ventana. Silvio , Victor, Violeta, Inti.
     Que no, que no mijita  que baje eso, que apague por favor, no ve que al frente vive la CNI!

     Jugando a la pelota en calle Echaurren, tanques saliendo de un galpón, correr pitando a casa ¡Que al frente vive la CNI!.

     Toque de queda,  angustia de madre, inicio de la noche,  terror porque aún no llegaba Alfonso o una de mis hermanas. Que afuera en la calle vive el cuco y  Pinochet y los milícos que  te matan. ¡Que al frente vive la CNI!.

     Un día en la noche escucho un forcejeo. Afuera hay toque de queda. Estoy sola. En la ventana se salpica un chorrito de sangre. No digo nada a nadie. ¡Que al frente vive la CNI!.

     Caceroleo en casa de la tía Carmen, Y va caer, Y va caer!!!! Pitos, flautas y ollas. Santiago sonando, toda la ciudad sonando en la oscuridad de la noche. En casa no, que a la abuelita le da miedo. Un día, en el patio se escucha alguien más que se atreve en la manzana, clan clan clan clan, alegría total de todos los niños, nunca supimos quien sería, ¡Que al frente vive CNI!

     Madrugada víspera del golpe un 11 de septiembre, nos despertamos entre gritos. Están los pacos. No se ha puesto la Bandera. Gritos del tata y de la abuelita. Por favor no le haga caso que está senil. Luego nos enteramos. Le han dicho a Belarmino que ha faltado a la patria. A él, maestro de toda la vida, que se había dejado la piel educando, que recorrió inhóspitos territorios para fundar una de las primeras escuela de en Puerto Aysen. Al medio día ya está puesta. Desde entonces odio las banderas. (nota al pie)

Doce años

     Aparecen los Degollados. Esa palabra que sonaba a gallinas, los PROFESORES degollados.  Mis abuelos eran profesores. Mis padres también.

     Terremoto,  muere Belarmino, cambio a un colegio del barrio alto, nos levantamos a las seis, odisea de hora y media para llegar, ir y volver colgando en la micro.  Tomar el metro ni hablar. No podemos pagarlo. La platita llega justo. ¿Es que nadie más vive  de plaza Italia para abajo?

    
Una profesora dice en clases que está arrepentida de haber entregado sus joyas. Yo no sabía lo de las joyas pero me lo imagino. Creo que es DC.

     Un profesor me llama sin razón la niñita comunista. Creo que es por culpa de mi hermana Gabriela, que seguro si sabía lo que quería decir.

     Fuego en la calle, disparos, el guanaco y piedras. Sobre todo a la altura de la Moneda. Violencia a flor de piel. En la TV no enseñan nada. En el cole de monjas, las niñas viven otra cosa,  en  Chile no pasan estas cosas y recemos a la Mater que Madre nuestra es.

     Las niñas son todas tan bonitas, algunas tienen pololo. Yo aún voy con trenzas y juego al elástico. Me parecen tan inalcanzables con sus uniformes nuevos, sus mocasines de moda, sus cruces de Schöenstatt, sus chasquillas  y  sus fiestas , sus anillitos de oro y además se saben las canciones de guns and roses!

     También hay alguna otra  que como yo creemos saber y nos sentimos muy listas por tener opinión de lo que está pasando. En Chile se tortura.

     Mis hermanas están metidas en cosas. Gabriela cuelga un letrero en su habitación. No fumar. En otro cartel de color lila que ha colgado, se lee el poema de Bertold Brecht: Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles. Me gusta mucho lo que dice.

     Mi hermana Paula me acompaña a comprar zapatos, yujuuuu!  De pronto, gritos, una horda de gente indignada, gente asustada corriendo, fuego, palos y bombas lagrimógenas.  Paula se encuentra una amiga, casi no puede hablar entre los nervios, las lágrimas y las bombas. No estábamos haciendo nada y le han disparado en la cabeza!  queda retumbando  ¡en la cabeza!.   A una chica  le han disparado en la cabeza pero no lo llego a entender, ¡en la cabeza!. Me quedo mirando los zapatos, me duele el estomago, quiero que nos vayamos corriendo a casa, que no nos disparen y pienso en los Zapatos Rojos de Andersen.

     Protesta, por la radio cooperativa nos enteramos que Alejandra está en cana. Hay  que ir a sacarla.

     Paula  está en el movimiento Sebastián Acevedo, han hecho una performance con unas sillas y velas.Llega a casa llena de moretones, los ojos rojos y toda mojada con unos amigos: ¡El guanaco tira agua con  ácido!. 

     Gabriela cuida de un amigo durante días, está todo machucado, yo creo que lo tiene escondido, pero no digo nada. Creo que mi mamá está enojada y que le ha dicho que no ponga en peligro a sus hijas. A mi me gusta hacerle cariño en los rizos. No se bien que le ha pasado, pero está implícito en el aire que en casa no se habla del tema.

     Mis hermanas están metidas en cosas.  Van a las protestas, yo a veces voy con ellas, pero voy cagada de miedo, aunque va mucha, mucha gente. Con  Gabriela vamos a una peña.

     No se que cuantos años.  Mi padre pierde el trabajo, parece que siempre le pasa, se escucha en casa que le tienen fichado...Intelectualmente peligroso, dicen. Desaparece  un día  y luego también la Paula. Dura un día, una tarde. Todos asustados. No se habla del tema ni del interrogatorio. Luego Paula nos va explicando. Alfonso no dice una palabra. Creo que hemos tenido mucha suerte.

     A la Paula le ha apuntado un tira de civil con una tuna, estaba repartiendo panfletos del movimiento, se ha tirado al suelo delante de las micros gritando como posesa, se ha juntado mucha gente pensando que estaba medio loca y no se la han podido llevar.

     Mi madre pinta unos cuadros, Candilejas se llama la serie, los milícos son como vedettes pavoneándose  en su parada perfecta sobre unas banderas teñidas en rojo sangre.

     En el diario a veces recortan con tijeras una foto o noticia que no quieren que se vea y lo venden así con un agujero. Otros periódicos como el Fortín Mapocho  ponen todas la fotos del diario en negro.

Quince- Diecisiete años

     Ya no creo en Dios. Muere mi abuelita.

     Dicen que La alegría ya viene, sale en la tele. Todos esperamos la campaña publicitaria.  Plebiscito Sí o NO. No a Pinotchet. Yo pienso, imposible. No lo van a permitir nunca. Soy cobarde. Me da miedo hasta llevar la chapita del NO. Los papás de mi amiga Flavia son fachos. Ella no tiene miedo, se pone super orgullosa su chapita con el arcoiris.  Yo también me la pongo.

     Y sucede. Gana el NO. Llegando al cole a las ocho de la mañana se arma una ronda espontanea de gente contenta de esperanza, felicidad. Algunos profesores nos acompañan. Apenas somos unos 50 de los 800 que hay en el cole. En mi cabeza la democracia era como un sueño, como que la alegría llegaba y se quedaba y las cosas cambiaban. Luego te das cuenta que la alegría no llegó nunca, pero si tenemos muchos más malls y ninguna biblioteca pública en los barrios.

     Al tiempo, las monjas hacen su propio golpe de estado  y despiden a un grupo de profes por hacer pensar a las “niñitas”. Suerte para mi. Mis padres deciden que está bien si me quiero cambiar de colegio. Lo hacemos.

     Se ha acabado la dictadura, Pinochet es senador vitalicio.

Veintiséis años- Cuarenta años

     Pasa el tiempo. Velocidad vertiginosa. Me voy a vivir a Barcelona. Tengo la fantasía recurrente de que cualquier día en los titulares de los diarios se leerá, Pinochet ha muerto.

     En el aeropuerto de Madrid, en un corto viaje  a Chile, recibo un mensaje en el móvil. Ha sucedido. No siento alegría ni pena. No siento absolutamente nada, ni sorpresa. La gente comenta por lo bajo. Alguien me invita una copa de champaña. Otros cantan. La gente se sonríe discreta y cómplice. Nadie sabe quién te va tocar al lado en el asiento del avión. Es un viaje largo. La gente se mide.

     Aterrizando en Chile, hay una gran pantalla. Imágenes de la Moneda, fuego y los guanacos. Bienvenida a Chile, me dicen las imágenes. En un momento fugaz de pronto reconozco a mi amigo catalán Gerard en medio del caos. Está sacando fotos. El mundo es definitivamente un sitio pequeño y aquí y allá...es un poco más de lo mismo.

     Crisis en Europa.
Por primera vez en la vida, ejerzo el derecho al voto.

     Nos gobiernan un puñado de ladrones. Roban en la cara de todo el mundo, sin tapujos. No necesitan tener dictadura,  robar abiertamente es mucho mucho más efectivo. La gente...aguanta. Austeridad... la gente aguanta. Los jóvenes, que aguanten, los viejos que aguanten. Y así vamos aguantando.

     En Chile ahora parece que hay plata, y parece que el dinero crece en los árboles,  pero ojo sólo para algunos. En Chile hemos aprendido.  La dictadura ha sido efectiva. Su principal tarea fue  borrar la autoestima de la gente. Sin autoestima no eres nada. Eres un numero, un cliente, un consumidor, una víctima o un afortunado de las circunstancias.  Autoestima minada por cansancio. 

     Tener o no Tener. Esta es la cuestión.

     Dentro de las políticas del Estado la “marca”. Marca España.
No un país, no una ciudad, no ciudadanos, una MARCA para vender.
Barcelona se transforma  en un gigantesco mall.
Los del negocios de toda la vida van despareciendo o tienen los días contados.

     Ahora tenemos Custo, Zara, Dolce & Gabbana, H &M, Desigual. Gran oferta para todos los gustos y precios, para todos los bolsillos y posibilidades de consumo. Además tenemos  internet y twiter y facebook  y todos los samsungs y ipads  del mundo, que son cojonudos.

     Las mismas multinacionales que en Chile, son todos amiguitos.

     El derecho a trabajar, a la educación, a la salud  se compra aquí y en la quebrada del ají. Y los que no pueden pagarlo pobrecitos , ens sap molt de greu,  nos quedamos con su casa porque no llega para pagar la hipoteca. 

     El mundo se divide en winners y losers.

     En algunos momentos el terror tiene cara de tirano,  y en otros lo compramos con el móvil de última generación.

     Así, funciona el mundo.

     Yo afortunadamente aún soy capaz de comprar algunos de estos derechos y tengo wassap. Pero tampoco se por cuanto tiempo.

     Reconozco que siempre viví con miedo, se me metió en la sangre desde pequeñita. Pero he vivido como he querido.

     Y pienso seguir haciéndolo.

 

 

Barcelona, septiembre del 2013


    Mi madre me dice con énfasis  no exento de orgullo, que nunca, nunca jamás, se puso en Echaurren la bandera un 11 de septiembre. La fecha en que pasó esto fue en algún año, un día 20 de Agosto, natalicio de Bernardo O´Higgins. Por  respeto a sus recuerdos me parece justo aclararlo.

 

 


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